Esta mañana, me levanté a regar las plantitas y algo llamó mi atención. Se trataba de un mensaje que suelo ver en las redes sociales: la idea de que uno debe alejarse de su círculo de amigos o de ciertos miembros de la familia para poder crecer. Este concepto me generó un poco de ruido; no sabía cómo expresarlo con mis propias palabras.
Mientras me disponía a regar las plantas, observé en la maceta que había unos plantines de albahaca. Para ser más preciso, eran 33 plantines de albahaca que llevaban ahí, hace ya dos o tres meses, y no crecían. Parecía que habían llegado a su límite de crecimiento dentro de la maceta.
No soy experto pero los agrónomos dicen que los plantines deben ser trasplantados a un lugar con más espacio para que puedan crecer, hacerse más grandes y madurar.
Existen ciertas plantas que, si se dejan en lugares pequeños, no seguirán creciendo porque sus raíces no pueden expandirse. La limitación del espacio impide el crecimiento de la planta.
Esta idea me resuena también en el contexto de nuestras relaciones: no se trata solo de alejarse de amigos o familiares, sino de entender que el crecimiento depende del entorno en el que uno se desarrolla.
Si tu grupo de amigos comparte tus mismos objetivos y aspiraciones, este contexto te permitirá seguir creciendo más allá de tus límites. En cambio, estar rodeado de personas que no tienen metas claras puede limitar el crecimiento, pero no necesariamente significa que debas abandonar a tus amigos o familiares. Aquí es donde detengo mi reflexión: no coincido con esa percepción de abandonar a los seres queridos para crecer.
Para mí, el contexto para crecer a veces implica un cambio, como pasar de una maceta a un terreno más amplio y fértil, pero no se traduce en abandonar a las personas que forman parte de tu vida. Todos necesitamos amor y conexión; al fin y al cabo, la vida se trata de las relaciones que cultivamos.
Los plantines de albahaca, por ejemplo, pueden crecer hasta un punto en el que sienten que necesitan ser trasplantados a un espacio más fértil. Sin embargo, el entorno en el que crecieron, rodeados de amor y compañía, es fundamental para su supervivencia inicial. Si plantarías una albahaca en un terreno completamente abierto, no podría ni siquiera sobrevivir debido a las adversidades que la rodean. Por el contrario, en una maceta, con un contexto de seguridad y amor, tiene la posibilidad de crecer.
Rechazo firmemente la idea de que debamos deshacernos de nuestros amigos o familiares porque no nos permiten crecer. Esa noción tan fría y dura nos convierte en enemigos de aquellos que nos han acompañado. Puede ser un camino difícil desprenderse de ciertos vínculos, pero eso no significa que no se puedan sanar y volver a reconectar en el futuro.
Todos tenemos derecho a un entorno saludable, donde el amor y la comprensión sean la base de nuestras relaciones. A veces, es cierto que para crecer hay que salir de la zona de confort y buscar un espacio donde las raíces puedan expandirse, pero nunca debemos olvidar la importancia del amor en nuestras vidas.
En mi experiencia, he visto cómo estas albahacas compiten entre ellas por un limitado espacio, mientras que una albahaca que crece sola en un terreno amplio puede desarrollarse increíblemente bien. Lo esencial es recordar que, aunque a veces es necesario moverse hacia un entorno de mayor crecimiento, también debemos valorar el contexto seguro y amoroso que nos moldeó.
En conclusión, sin amor no hay crecimiento, ni posibilidad de sobrevivir. Cuando las condiciones de amor están presentes, se nos permite crecer, pero llegado el momento, si deseamos seguir expandiéndonos, quizás debamos abandonar un lugar que compite con nuestro deseo de superación. Sin embargo, es fundamental recordar de dónde venimos, el entorno donde nos formamos y todo el amor que nos ha permitido llegar hasta donde llegamos.
Esta publicación va dedicada a mi familia y amigos. Espero que también puedas conectar con este mensaje y como siempre digo: «deseo que él éxito te acompañe».